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Dueño de panadería en Houston dice que el miedo a redadas migratorias ha vaciado su negocio

HOUSTON – En el corazón de Denver Harbor, una panadería con 55 años de historia lucha por mantenerse abierta. Su dueño, René Porras, veterano de Vietnam, asegura que el miedo a redadas migratorias ha alejado a los clientes que durante décadas llenaban su local.

IN ENGLISH: Houston bakery owner says fear of immigration raids has emptied his shop

UN NEGOCIO FAMILIAR CON HISTORIA

La familia Porras abrió la panadería a finales de los años sesenta, cuando el vecindario comenzaba a transformarse de una comunidad anglosajona a una mexicana-estadounidense. Su padre, veterano de la Marina y ex trabajador agrícola migrante, tenía un taller de carrocería en el mismo lugar. Mientras René servía en Vietnam, su madre empezó a vender tacos y pan dulce por una ventanita.

“Cuando regresé, mi mamá vendía tacos y pan por una ventanita aquí mismo,” recuerda Porras. “Hasta donde sé, fuimos el primer negocio de este tipo en el vecindario. En ese tiempo casi no había panaderías mexicanas en Houston.”

Con el paso de los años, la panadería se convirtió en un punto de encuentro. Obreros, familias y vecinos pasaban cada mañana por su desayuno antes de comenzar la jornada.

“La gente no viene por cómo se ve el lugar,” dice. “Viene por la comida y por la compañía.”

“HEMOS BAJADO UN 30 POR CIENTO”

Hoy, el bullicio de la cocina ha desaparecido. René dice que las ventas han caído drásticamente en los últimos meses y culpa al miedo provocado por operativos migratorios.

“Desde que empezaron las redadas, hemos bajado entre 25 y 30 por ciento,” explica. “Todos los restaurantes con los que hablo están cambiando sus horarios, abren más tarde, cierran más temprano. Es una lucha aquí en el East End.”

El veterano asegura que ha escuchado historias de clientes que han visto vehículos sin identificación cerca de parques y negocios. “Llegan con máscaras, se llevan a quien pueden y desaparecen rápido,” dice. “Eso es lo que tiene a la gente con miedo.”

UN VETERANO QUE SIGUE SIRVIENDO A SU COMUNIDAD

Porras, ahora en sus setenta, no desconoce las dificultades. Después de regresar de la guerra de Vietnam, dedicó su vida a mantener viva la panadería de su familia.

Hoy él y su esposa hacen todo solos: hornear, limpiar, y manejar las cuentas para ahorrar en nómina. Los costos de la carne, los huevos y los seguros continúan subiendo.

“Estamos trabajando más por menos,” dice. “Pero sé que esto va a mejorar. La gente ya está cansada de tener miedo.”

A pesar de las dificultades, dice que no piensa cerrar.

“Les digo que no tengan miedo, que vengan,” afirma. “Si alguien entra a detenerlos, tiene que traer una orden con su nombre. Soy veterano de Vietnam. Sangré por este país. No voy a permitir que eso pase aquí.”

LOS CLIENTES TAMBIÉN SIENTEN EL IMPACTO

Liz Aguirre, cliente de toda la vida, creció en la zona y todavía maneja desde Jersey Village para visitar a sus padres y pasar por su desayuno. Para ella, este lugar representa su infancia.

“Me conecta con recuerdos de cuando era niña,” comenta. “Cuando vengo, traigo a alguien nuevo y le enseño un pedacito de mí.”

Aguirre dice que entiende el miedo de muchos vecinos que ya no salen como antes. “Puedo ver cómo eso afecta a los negocios,” agrega. “Si esta panadería llegara a cerrar, dolería. Ha estado aquí toda mi vida.”

UNA COMUNIDAD BAJO PRESIÓN

René ha visto cómo Denver Harbor ha cambiado con los años: primero de anglosajón a mexicano-estadounidense, luego a una mezcla de comunidades latinas de Centro y Sudamérica. Pero dice que lo que ocurre ahora es diferente: un miedo silencioso que está cambiando la rutina diaria.

Para él, la panadería representa más que pan y café. Es parte de la identidad del vecindario y de lo que podría perderse si el miedo gana.

“Voy a seguir horneando hasta que ya no pueda,” dice. “Este lugar es parte de Houston. Es parte de quienes somos.”


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